Actividad en FORSA

La Actividad en FORSA es la Producción de Materias Primas para la alimentación en general. Cultivamos, asesoramos y manejamos diferentes fincas de la zona de Monegros con el objeto de producir forrajes.

 

Para una correcta manipulación del producto y para que llegue en las mejores condiciones a nuestros clientes, se dispone de la tecnología de Deshidratado de Forrajes y altos conocimientos del cultivo.

Alfalfa

La alfalfa (Medicago sativa L.) es una planta leguminosa plurianual, que desempeña un papel importante de cara a la obtención de proteína vegetal para su utilización en las raciones alimenticias de los animales rumiantes.

 

Además, la alfalfa como leguminosa, fija el nitrógeno atmosférico gracias a la relación simbiótica que existe entre su sistema radicular y la bacteria rhizobium meliloti. Por lo tanto, la planta reporta también grandes ventajas agronómicas, ya que es un cultivo mejorante del suelo, tanto por sus aportaciones de nitrógeno, como por su contribución a la mejora de la estructura del suelo. Así, el cultivo de la alfalfa forma parte imprescindible en las hojas de cultivo de toda rotación.

La alfalfa deshidratada, respecto a la alfalfa en rama, reporta la ventaja de su homogeneidad y calidad uniforme a lo largo de todo el año. La presentación que comercializa FORSA es en forma de pacas.

Control y seguimiento

Para la obtención de alfalfa de la mejor calidad es imprescindible el realizar un seguimiento desde el campo hasta su recepción en fábrica. Por ello es importante que técnicos especializados realicen el control y seguimiento del cultivo para determinar los momentos óptimos de siega y recolección, así como para vigilar las posibles plagas que pudiesen presentarse en las parcelas.

 

El trabajo comienza con la identificación de las fincas contratadas, y a ello le sigue la elaboración de la rueda de corte. Así, se determina el orden de corte que se irá siguiendo en las parcelas y la consiguiente planificación de los trabajos de campo y la recepción de la alfalfa picada en fábrica, para que de este modo pueda ser procesada diariamente y se obtenga un producto de calidad.

Siembra

Las labores previas más comunes a la siembra de alfalfa suelen ser labores verticales tipo subsolador o chisell, aunque en parcelas con cultivos precedentes tipo maíz, se utilizan gradas, arados de vertedera o fresadoras, para envolver así la cubierta vegetal. Es importante reseñar que la cama de siembra debe quedar lo mejor acondicionada posible, ya que además de facilitar la nascencia facilitará las labores posteriores de siega y recolección, de ahí que el rulo se convierta en una labor muy indicada para el desarrollo de la actividad.

 

Las fechas de siembra más habituales son en primavera y otoño, siendo cada vez más frecuentes las aplicaciones paralelas de herbicidas para controlar las malas hierbas, que priman de este modo la calidad de la alfalfa. Para la siembra es conveniente el uso de semilla certificada, limpia de semillas de cuscuta y otras malas hierbas.

La variedad más utilizada es la Aragón y la dosis de siembra suele ser de 35 a 40 Kg./Ha.

Siega

La siega de la alfalfa comienza en el mes de abril, y la frecuencia de corte suele hacerse en función de la floración. Así el espaciado entre cortes oscila entre los 26 – 32 días, dilatándose en los primeros y últimos cortes, y ciñéndose más a los 28 – 30 días en los meses más calurosos. De este modo, en las zonas de regadío, la campaña de alfalfa genera entre 5 – 6 cortes anuales.

La altura del corte es de unos 4 centímetros, aunque depende de la máquina que lo realice, pues las segadoras de disco suelen dejar menos rastrojo que las de sierra. En parcelas grandes con riego por aspersión se tiende a utilizar segadoras autopropulsadas de sierra con acondicionador, acelerando de este modo el proceso de secado.

Rastrillado

Las funciones del rastrillado son reducir el periodo de secado de la alfalfa en campo y preparar los cordones definitivos para su posterior recogida con carros picadores.

El rastrillado no se realiza a fechas ni horas fijas, pues habrá que hacerlo con la suficiente humedad para que la alfalfa segada no se deshoje, y al mismo tiempo sin demasiada mojadura, ya que de lo contrario no se facilitaría el proceso de secado.

La maquinaria utilizada para este trabajo debe regularse en función de las características del terreno, evitando que las púas arrastren piedras, pues al margen de la disminución de la calidad de la alfalfa podría causar averías graves en la maquinaria de recolección. Los rastrillos más adecuados para realizar un buen trabajo son los del tipo “libro”, o los de rotores, descartando los de tipo girasol, pues estos últimos mueven muchas piedras.

Recogida

La recogida de la alfalfa es el factor más delicado de todo el ciclo, ya que de ello dependerá la obtención de un buen producto final. Así, antes de comenzar la carga debe haber un seguimiento adecuado en el campo para determinar el momento óptimo de la recogida.

 

En verano el horario de recogida suele ser de noche, y en los meses de menos calor o cuando la humedad de la noche es mayor, se suele recoger a última hora de la mañana o por la tarde. Para ello habrá que trabajar en unos óptimos de humedad de la alfalfa que oscilan entre el 30 – 40 por ciento, y que irán también en función del tipo de maquinaria con el que se trabaje.

El periodo del secado en campo desde la siega suele rondar los 3 días, si bien en ello influirá la climatología, el sistema de recogida, el rastrillado, las máquinas de siega, o el número de días sin riego previo a la siega.

Fábrica

La recepción del producto en fábrica está controlada, completando así el ciclo preestablecido en el campo. De este modo, se regulan los periodos de máxima producción, evitando que entre más cantidad de alfalfa de la que se pueda procesar en cada jornada diaria, evitando así procesos de fermentación que disminuirían la calidad final del producto.

 

En la playa de recepción se distribuye el producto en función de la humedad de entrada y de la calidad del mismo, consiguiendo de esta forma que sea más fácil su procesamiento y su posterior clasificación en lotes homogéneos.

En estos últimos años, las exigencias del mercado, han hecho que los fabricantes de alfalfa sean más meticulosos en este punto, primando los trabajos de recogida por equipos y no de forma individualizada.

Muestra y análisis

Cuando llega la alfalfa a la fábrica se realiza el peso de los remolques en la báscula y una vez descargada, se cogen varias muestras representativas para su posterior análisis.

 

Los controles parten de un análisis visual, que determina su clasificación y distribución en la playa de la planta deshidratadora. Posteriormente, en el laboratorio de la fábrica se analizan otros aspectos basados en la determinación del grado de humedad de la alfalfa y en la medida de su proteína.

Para estos análisis se utilizan estufas de secado y medidores NIR de infrarrojos.

Un eficiente control de calidad servirá para clasificar el producto antes de procesarlo, facilitando de esta manera la posterior organización de los lotes de las pacas.

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Empaquetado y etiquetado

El proceso de deshidratación de la alfalfa finaliza con el empacado, pero antes de realizar el almacenamiento hay que hacer un último control, que consiste en medir la humedad de la paca. Si la medición en paca es la adecuada, se procede a marcar la paca con una etiqueta identificativa de la empresa comercializadora: FORSA.

La última fase concluye con el almacenamiento de las pacas, clasificándolas por lotes de características similares para su posterior venta.

El producto final, como no podía ser de otra manera, es una paca de alfalfa deshidratada, de 450 kg o 750 kilos, con dimensiones de 110x110x85 cm ó 220x110x85 cm. y una calidad óptima para que el ganado realice la mejor conversión acorde a sus necesidades