El sector de la alfalfa, del que Aragón es una potencia internacional, se sobrepone como puede al prolongado periodo de sequía y en esta campaña acumula por el momento un descenso del 25% en su producción respecto al periodo anterior y, a falta de algunos cortes por hacer, la previsión es que España alcance el millón de toneladas.
Una caída menor al 50% que se preveía hasta mayo, cuando la cosecha se veía en serio riesgo en muchos campos. Pero las lluvias caídas en junio en algunas zonas del país permitieron recuperar el tono de la producción de forrajes deshidratados, que el ejercicio pasado ya experimentó una caída del 13% respecto al previo.
La falta de precipitaciones registradas durante los primeros meses del año y las restricciones de riego posteriores afectaron en un principio al crecimiento de la planta, que recibió agua en periodos más amplios a los quince días habituales hasta alcanzar casi los dos meses.
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